viernes, 15 de marzo de 2024

Un 8M que olvidó la masacre de Hamas: asesinatos, violaciones y secuestros de mujeres israelíes

 

Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia


La violencia contra la mujer transciende fronteras, no conoce su inexistencia en cualquier parte del mundo y  la lucha contra esta barbarie es la causa más justa de la humanidad que nunca debe permanecer en el olvido o silencio.

Este Día Internacional del 8 de marzo recuerda a las 129 obreras textiles de la fábrica Cotton de Nueva York, valientes mujeres que fallecieron en 1857 a consecuencia de un incendio mientras hacían huelga para mejorar sus condiciones laborales.

Mujeres que abrieron un nuevo camino, junto a Clara Zetkin, mujer judía y líder del feminismo, convirtiendo el 8 de marzo en un día para todas las mujeres del mundo, sin distinción de procedencia, raza, religión, orientación sexual o condición humana.

OLVIDO INSOLIDARIO

Pero este 8 de marzo del 2024 en España, en la lucha imprescindible  por la liberación, la igualdad y contra la violencia hacia la mujer, hubo un imperdonable olvido insolidario.

Ni una palabra se dijo por  el feminismo “oficial”, de las instituciones y organizaciones, hacia las cientos de mujeres israelíes, judías y no judías, que fueron asesinadas, mutiladas, violadas y secuestradas el pasado 7 de octubre del 2023.

La violencia del 7 de octubre fue hacia muchas personas, con 1200 asesinados y más de 6,000 heridos, y cientos de miles asediados por los 5500 cohetes que en un par de días lanzó Hamas junto a 3.000 terroristas que atacaron por tierra, mar y aire, cometiendo un crimen de lesa humanidad.

Un crimen organizado mediante una acción súbita, sorpresiva, generalizada y provocadora  contra la población en Israel que buscaba el mayor impacto de dolor y conmoción y que rompía un escenario donde no había guerra para de manera sádica y brutal declararla.

UNA GUERRA QUE NADIE QUERÍA, SALVO HAMÁS

Una guerra que nadie quería salvo Hamas, organización cuya Carta Fundacional tiene objetivos genocidas y cuyas acciones han venido apuntando en esa dirección desde su creación.

Pero en ese contexto de masacre hubo una violencia específica terrorista, misógina y antisemita, destinada a hacer el máximo daño posible  y dirigida especialmente hacia las mujeres, se cebó en el Festival Musical por la Paz que se celebraba en ese día y contra los “kibutzim”, micro-comunas famIliares que albergan lo mejor del pacifismo en Israel.

Fue una masacre sádica, misógina y antisemita que mantiene su desafío con el secuestro de 19 mujeres y niñas que Hamas aún mantiene como rehenes en Gaza.

Se perpetró uno de los peores crímenes sexuales en la historia moderna de la humanidad. Y todos deberían de estar de acuerdo en denunciar la violencia misógina y brutal contra las mujeres cometida durante la masacre terrorista antisemita de Hamas con independencia de la posición que cada cual adopte en el conflicto  Israel-Palestina.

DOS CARTAS FRENTE A QUIENES GUARDARON SILENCIO, NO CONDENARON O NO RECORDARON

“Mi deber es hablar, no quiero ser cómplice”, escribió Emile Zola, hace mas de un siglo en el diario republicano francés L’Aurore, en su carta por el caso de  antisemitismo contra Dreyfus, un acto de valentía del que surgió la figura del intelectual comprometido.

Ahora, dos Cartas suscritas por mujeres, una  de organizaciones diversas dirigida al movimiento feminista y otra de 500 mujeres judías dirigida a la Ministra de Igualdad, evocan a Zola, acusan a quienes guardaron silencio y no condenaron.

Les pidieron solidaridad y memoria para las mujeres israelíes, y no lo consiguieron.

La primera Carta de más de 40 organizaciones, titulada “Un 8 de Marzo en retroceso”,  inicia una campaña de solidaridad con las mujeres víctimas de la citada atrocidad perpetrada por Hamas. Significaba la quiebra ética que supone este silencio y desmemoria reciente, sumida bajo cálculos políticos.

Y señalaba: “Además del dolor de la barbarie en sí, duele y enoja enormemente el silencio de las organizaciones feministas ante estos hechos. Silencio premeditado que va desde las organizaciones internacionales como United Nations Women (ONU Mujeres), la ONU o la Cruz Roja, hasta el de los gobiernos y personas en posiciones de poder y liderazgo social y, lo que crea más dolor y extrañeza de los colectivos feministas, que lejos de defender los derechos de todas mujeres, han decidido callar y convertirse en feministas selectivas”.

«Las mujeres masacradas en Israel, sean judías o no, sufrieron un sadismo criminal no conocido en la historia moderna, y resulta moralmente indecente  que, por motivos político-ideológicos, existan gentes que quieren enviar a las víctimas al ostracismo»

También hablaron del silencio mediático al que añaden desinformación sobre estos hechos que recientemente acaba de  reconocer el equipo de la ONU de la representante especial sobre violencia sexual en conflictos, Pramila Patten, obteniendo en su visita de 17 días a Israel información clara y convincente sobre el sufrimiento por distintas formas de violencia sexual.

En su carta-denuncia las organizaciones  denunciaron: “Callaron también la mayoría de los medios de comunicación, muchos dedicados a tratar temas de mujeres que, por no perder seguidores o entrar en conflicto, han decidido NO levantar la voz ante lo injustificable. Un silencio ensordecedor en el que la violencia sexual no se señala, porque ha sucedido en y contra Israel.”

No hay contexto que valga para excusarlo y  el testimonio de toda mujer debe ser tenido en cuenta y ser valorado sin dejarse arrastrar por los prejuicios, como afirman las organizaciones de la Carta, sin dudar de los testimonios de las mujeres violadas y torturadas, de las evidencias de los forenses que recogieron en los cuerpos o de las partes que sobraban de los cuerpos desmembrados pese a verlo en los videos de mujeres secuestradas, “con los pantalones chorreando de sangre, los vídeos de mujeres con cuerpos desmembrados, violadas, arrastradas por las calles para que los palestinos las vieran y escupieran mientras eran llevadas como trofeos de guerra”.

Sin olvidar a las mujeres  secuestradas que llevan más de cinco meses ante lo que feminismo “oficial” guardó silencio pese a seguir “siendo violadas en cautiverio, sin olvidar a los hombres secuestrados, que también están sufriendo violaciones”.

La Carta suscrita  por las mujeres de organizaciones humanistas, concluía: Nadie en Israel deseaba esta guerra que, como todas, solo causa sufrimientos terribles a todas las partes en conflicto. No podemos ni queremos menospreciar el dolor de los ciudadanos gazatíes pero no debemos olvidar que fue Hamas quien inició el conflicto armado, ese fatídico 7 de octubre, para después escudarse cobardemente detrás de su propia población civil, a la que toma como escudo humano”.

Días después, 500 mujeres judías difundían una Carta abierta dirigida  a la Ministra de Igualdad del Gobierno de España, Ana Redondo, y a las asociaciones de mujeres; a organizaciones feministas y hombres justos (sic).

En esta Carta abierta se, incluía alguna fotografía que evidencia que las mujeres israelíes fueron brutalmente violadas, sus genitales mutilados con clavos antes de recibir un tiro final en la cabeza. Sus pechos fueron cortados y llevados de trofeo a Gaza donde la población civil recibió a los terroristas con clamor y alegría”.

Las mujeres judías en la Carta a la Ministra, recordaban lo que parece haberse olvidado: “Seguramente habréis visto por los medios de comunicación el cuerpo desnudo y sin vida de Shani Louk, 22 años, tirada en la parte trasera de un 4×4 como muñeca de trapo, y escupida por los habitantes de Gaza, hasta por jóvenes adolescentes. Luego fue confirmado que la decapitaron. (…) Naamá Levy, 19 años, activista por la paz, y cuya última noticia que tenemos de ella es un vídeo dónde se ve que un terrorista de Hamas la saca de un maletero y ella está con sus pantalones ensangrentados en la entrepierna. Tenemos aun a 134 secuestrados israelíes en Gaza, cuyas mujeres siguen siendo violadas y maltratadas, algunas siendo muy jóvenes como Karina Ariev, Liri Albag, Agam Berger o Daniela Gilboa, todas de 18-19 años con riesgo de que ya estén embarazadas de sus violadores”.

«La violación no es resistencia. La violación no es una lucha por la libertad. Es un crimen de odio misógino brutal y no digamos los asesinatos que lo acompañaron. La causa feminista en profundamente contraria a Hamas»

En la Carta reprochan que ante la gravedad de los hechos, el silencio era inadmisible e indignante y que “no habían visto por parte del Gobierno español, especialmente de las ministras, ningún mensaje específico de apoyo a estas mujeres, que son tan féminas como la que más. No se ha alzado la voz de ninguna organización feminista manifestando la repulsa por lo sucedido, ni un solo mensaje de condena a los agresores, ninguna señal de apoyo para ellas y sus hijos, víctimas de violencia vicaria, ningún signo de piedad, sólo silencio. ¿Por qué? ¿Acaso las mujeres israelíes no cuentan como mujeres? ¿No se supone que la lucha para los derechos de la mujer es para TODAS?».


500 mujeres judías difundíeron una Carta abierta dirigida a la Ministra de Igualdad del Gobierno de España, Ana Redondo, y a las asociaciones de mujeres; a organizaciones feministas y hombres justos recordando esto. Foto: LaMoncloa/Gobierno.

EL OSTRACISMO, SILENCIO, DESMEMORIA, O INDIFERENCIA HACIA LAS MUJERES ISRAELÍES ES INMORAL

Las mujeres masacradas en Israel, sean judías o no, sufrieron un sadismo criminal no conocido en la historia moderna, y resulta moralmente indecente  que, por motivos político-ideológicos, existan gentes que quieren enviar a las víctimas al ostracismo.

O sea odio misógino, antisemita y revictimización generalizada sostenida por la condena a la desmemoria y silencio insolidario; un recuerdo que nadie podrá borrar por los hechos acaecidos, como nadie pudo borrar, aunque lo intentaron, la memoria del Holocausto.

Hay que insistir que las violaciones y en muchos casos, durante la misma o con posterioridad, mutiladas y asesinadas, no solo es un arma sino la expresión de la guerra de Hamas.

Se busca humillar y destruir a la mujer,  también a los familiares conscientes de la agresión y al conjunto de la sociedad a la que envían un brutal mensaje porque han sido públicas, realizadas en grupo y  difundidas masivamente.

La violación no es resistencia. La violación no es una lucha por la libertad. Es un crimen de odio misógino brutal y no digamos los asesinatos que lo acompañaron. La causa feminista en profundamente contraria a Hamas.

El silencio en la no respuesta específica a estas atrocidades del 7 de octubre es inaceptable y en si mismo ha de ser interpretado  como una conducta antisemita. La verdadera solidaridad feminista trasciende la política, la nacionalidad,  la religión o cualquier otra condición humana.

No hay nada feminista en glorificar a los terroristas que cometen actos atroces contra las mujeres y debemos unirnos para condenar tal barbarie. No permitamos que el odio silencie nuestra humanidad.

Todos debemos recordar y estar junto a las víctimas, y no se nos olvidará el indignante silencio de quienes no lo denunciaron, de quienes lo minimizaron porque con esa conducta justificaron o banalizaron el dolor irreparable de las víctimas y facilitaron  el camino a quienes intentan sepultar su memoria buscando hacernos perder nuestra humanidad.

Hemos escuchado la indiferencia ruidosa porque  solo concierne a judíos o porque es una cuestión de Israel, lo que nos recuerda el poema del pastor protestante Martin Niemoller, erróneamente atribuido a Bertol Brecht, que expresó aquello de “primero vinieron (…) cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, ya que no era judío, cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

No hace falta ser judío para luchar contra el antisemitismo, ni mujer para luchar contra la misoginia y el machismo, ni negro para combatir el racismo, ni homosexual para combatir la homofobia.

Solo hace falta defender la dignidad humana y sus derechos inalienables derivados de su valor como persona.





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