El 7 de marzo de 1965 la policía cargó contra una manifestación por los derechos civiles que realizaba una marcha desde Selma, en Alabama, hacia Montgomery tras cruzar el puente Edmund Pettus y causando 17 heridos graves. Los manifestantes pretendían recorrer los 87 kilómetros que separan Selma de Montgomery, la capital, en protesta por la muerte del activista Jimmie Lee Jackson. En este condado, con unas 15.000 personas negras, cerca del 80% de la población, sólo se había permitido el registro para votar a unas 300 de ellas. Aunque la ley de 1964 ya les permitía votar, las autoridades (formadas por blancos) quisieron impedirlo poniéndoles todo tipo de trabas.
Las noticias e imágenes de la violencia policial extrema, desatada sin que hubiera ningún tipo de provocación, en contraste con la conducta de los 600 manifestantes, que practicaban una disciplinada no violencia, se extendieron por todo el mundo.
En respuesta al Domingo Sangriento, Martin Luther King convocó una segunda marcha animando a participar a gente de todo el país, blancos y negros. Asistieron miles de personas, pero tampoco pasaron del puente. Finalmente, en la tercera marcha que se organizaba, los manifestantes llegaron a Montgomery con Martin Luther King a la cabeza de la manifestación.
En cuestión de meses, el presidente Lyndon Johnson firmaría la Ley de Derecho al Voto en respuesta a la indignación pública y la presión ejercida por un movimiento masivo hábilmente organizado. El «Domingo Sangriento», como así es conocido, de 1965 marcó un punto de inflexión en la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos.