Madrid, 8 de enero de 2015. La masacre en París, perpetrada contra los redactores de Charlie Hebdo y los policías que los defendieron, por un comando yihadista relacionado con Estado Islámico, además del daño irreparable en víctimas que muestran sus crímenes de odio, la conmoción que provocan y la fractura social que proyectan, está siendo utilizada por otros fanáticos antidemocráticos que alientan la islamofobia en Europa y otros lugares, para llamar a las armas y justificar otra violencia dirigida a la comunidad musulmana como han mostrado los recientes ataques con granadas y armas de fuego a dos mezquitas en Francia.
Los criminales que sembraron de sangre la redacción de Charli Hebdo y que llenaron de luto a todo el pueblo francés, también dañaron a toda persona con humanidad. Además de mostrar su frialdad y ausencia de piedad en sus ejecuciones han querido mostrar nuestra vulnerabilidad en su apuesta por el choque civilizaciones, invitándonos, mediante su interpretación perversa y fanática del Islam, a trasladarnos a un escenario de ruptura con los valores democráticos en donde el extremismo tiene su hábitat. Y en este empeño no están solos, les acompañan quienes llaman a las armas contra la comunidad musulmana en las redes sociales, quienes atacan sus lugares de culto y a estas personas. Todos ellos apuestan por la Europa de la Intolerancia, unos desde su proyecto de yihadismo global y otros desde su concepción integrista de cruzados, como hizo Breivick en la matanza de Utoya (Oslo) no hace mucho. Es una dinámica terrorífica que se interalimenta, que no solo persigue acabar con la libertadas de expresión y el resto de las libertades y derechos, quiere acabar con cualquier proyecto de convivencia democrática basado en la multiculturalidad que defiende la Europa de la Tolerancia, del respeto, de la integración de la diversidad humana como factor de convivencia.
Alejarse de los extremismos
Las manifestaciones en Alemania encabezadas por neonazis enarbolando la bandera de la intolerancia islamófoba son un serio aviso, pero la respuesta democrática también avisa de nuestra firmeza. Positiva ha sido la contestación de Hollande y de otros máximos responsables europeos en su cierre de filas defendiendo los valores democráticos frente al yihadismo terrorista, en la misma línea que el primer ministro Noruego al afirmar y confirmar la defensa de estos valores tras la masacre neofascista. Y con ellos, las gentes de bien de nuestros países en solidaridad con las víctimas de estos crímenes de odio, como debe de ser, frente a unos extremismos que amenazan globalmente a la Humanidad.
Hay quien de manera oportunista no solo practica islamofobia, aprovecha estos crímenes horrendos para vincularlos a la inmigración y las políticas de integración europeas, atacando nuestra diversidad y alimentando la xenofobia, como han manifestado de forma indecente por algunos políticos en distintos países. Persiguen dañar la Tolerancia, principio que fundamenta nuestra Europa democrática en el mismo Tratado de la Unión. Su defensa significa respetar, aceptar y apreciar, tal como lo define la UNESCO, la diversidad cultural, la pluralidad religiosa, la libertad política y el conjunto de derechos y libertades que emanan del reconocimiento de la dignidad intrínseca de la persona. Son nuestros fundamentos democráticos, que o se está o no se está con ellos.
El asesinato de nuestros hermanos franceses es un crimen horrendo, basado en el odio a la libertad que es, como ya dijo Tomas y Valiente del terrorismo de ETA, un crimen que nos mata a todos un poco. Y es un crimen que requiere la repuesta de la Justicia, no la ley del Talión porque la democracia no alberga esa naturaleza de castigo, y menos aún el belicismo ultra de reacción que acabamos de conocer. Una respuesta legal desde una Justicia que no está en contradicción con el valor de la Tolerancia, pese a los que la confunden con permisividad o indiferencia. Respetar y apreciar a la comunidad musulmana, a la diversidad que es lo que significa Tolerancia, hacer crecer ese valor en nuestras sociedades, no significa aceptar el terrorismo yihadista ni el fanatismo ultra, supone afirmar el pluralismo y construir la convivencia pacífica sobre bases justas, armoniosas con la diferencia entre las personas y respetuosas con los Derechos Humanos. Y esto es vital para combatir a fondo la espiral terrorista de la Intolerancia.
Ni se debe vincular al Islam, ni a las comunidades musulmanas en este horrendo atentado, ni se deben alentar discursos de intolerancia de respuesta. Es tiempo de perseguir a los criminales y de no consentir ninguna acción fuera de la legalidad y la justicia, pero sobre todo es hora de estar con las víctimas y sus familias, no de instrumentalizarlas, de estar honestamente enviando mensajes inequívocos, como: ¡¡Je suis Charlie!!