“La dignidad para todos en la práctica” es el tema del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza para 2022-2023. La dignidad del ser humano no solo es un derecho fundamental en sí mismo, sino que constituye la base del resto de los demás derechos fundamentales. Por lo tanto, la «dignidad» no es un concepto abstracto: es inherente a todos y cada uno de los individuos. En la actualidad, muchas personas que viven en la pobreza persistente ven denegada y violada su dignidad.
Con el compromiso de poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas de todo el mundo disfruten de paz y prosperidad, la Agenda 2030 volvió a hacer un gesto hacia la misma promesa establecida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, la realidad actual muestra que 1300 millones de personas siguen viviendo en la pobreza multidimensional, y casi la mitad de ellas son niños y jóvenes.
La desigualdad de oportunidades y de ingresos aumentan bruscamente y, cada año, la brecha entre ricos y pobres se hace más grande. En el último año, mientras millones de personas luchan contra la erosión de los derechos de los trabajadores y la calidad del empleo para llegar a otro día, el poder empresarial y la riqueza de la clase multimillonaria han registrado un aumento sin precedentes.
La pobreza y la desigualdad no son inevitables. Son el resultado de decisiones deliberadas o de la falta de medidas que desempoderan a los más pobres y marginados de nuestras sociedades y violan sus derechos fundamentales. La violencia silenciosa y sostenida de la pobreza —exclusión social, discriminación estructural y desempoderamiento— dificulta la salida de las personas atrapadas en la pobreza extrema y niega su humanidad.
España cerró 2021 con un 21,7% de sus habitantes en riesgo de pobreza, lo que supone que se ha incrementado 0,7 puntos respecto a 2020, cuando el riesgo de pobreza alcanzaba el 21%. En total 10.160.000 de personas sufrieron riesgo de pobreza en España en el último año.
La aporofobia, es el odio y rechazo a las personas pobres. Según datos de Hogar Sí y el Observatorio Hatento en nuestro país la mitad de las personas sin hogar habrían sufrido agresiones, humillaciones e intimidaciones motivadas por la intolerancia y los prejuicios, el 83% de las personas sin hogar víctimas de un delito de odio no lo han denunciado y algo también preocupante que interpela al conjunto de la sociedad, el 68% de los testigos de delitos de odio no actuaron.
La pobreza no es solo una cuestión económica. Por ese motivo, debemos dejar de observarla exclusivamente como una falta de ingresos. Se trata de un fenómeno multidimensional que comprende, además, la falta de las capacidades básicas para vivir con dignidad.
La pobreza es en sí misma un problema de derechos humanos urgente y es a la vez causa y consecuencia de violaciones de los derechos humanos, pues se caracteriza por vulneraciones múltiples e interconexas de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, y las personas que viven en ella se ven expuestas regularmente a la denegación de su dignidad e igualdad.
Reducir la pobreza y erradicarla es por tanto una obligación de todas las sociedades.