Quienes profirieron gritos e insultos machistas y misóginos fueron residentes universitarios. Estaban dirigidos a estudiantes de otro colegio mayor, de mujeres, situado enfrente del mismo. Y el asombro y escándalo llegó tras la viralización de un vídeo que reflejaba un comportamiento que toda mente respetuosa con las personas no ha dudado en calificar cuando menos, de execrable y reprobable, y no digo toda persona porque hubo quien banalizó, minimizó y restó importancia alegando que era un “juego sin importancia”.
No sabemos cuántos jóvenes universitarios residentes en el Colegio Mayor Ahuja participaron en un acto que requiere predisposición, actitud y una organización nada fácil de conseguir, como tampoco sabemos cuántas jóvenes hicieron feed-back con este comportamiento, aunque sospechamos que no fue por parte de la totalidad estudiantil del Colegio Santa Mónica pues hubo quien lo evitó y otras se avergonzaron, aunque muchas, inicialmente, lo asumieron como algo normal.
Tras el liderazgo de la proclama machista y misógina que dio comienzo la acción sincronizada y organizada, continuaron los gritos atronadores entonando el Uh! Uh! al más puro estilo, de semejante tenor, ultra del fútbol que expresaron con los alaridos compartidos por un numero de jóvenes superior al centenar de universitarios, en el edificio donde se podían observar su presencia en las habitaciones, con una imagen de nivel muy ordenado.
Parece que el video de la acción que duró un par de minutos, donde también algunas mujeres jóvenes del Santa Mónica contestaban con cierta organización aunque de griterío de difícil audición, fue subido dos horas después de las doce de la noche y ahí comenzó su divulgación por las redes sociales, saltando a los medios de comunicación algún día después y dando pie al inicio de respuestas institucionales y sociales de diversa índole.
Entre las reacciones, cuando salta el escándalo, destaca la dirección del centro calificando esto como un hecho puntual, añadiendo que intervinieron el vigilante de seguridad y el propio Director subiendo a las habitaciones, así como las declaraciones de algunas jóvenes del Santa Mónica diciendo que esto está sacado de contexto y que no es para tanto. Con posterioridad saldrían a la luz otros videos mostrando acciones precedentes de años anteriores, incluido alguno con el saludo del Sieg Heil! que contrastan con la apreciación de la Dirección, y también de declaraciones de ex- universitarias del Centro reseñando que el calificativo de “Monicas, Putas” era algo habitual.
En la denuncia se significó que estos hechos han tenido una repercusión en redes sociales, en medios y en las instituciones de muy elevada amplitud, y que su acción premeditada, sincronizada y organizada, es decir nada espontanea o sometida a error involuntario, generaba una incidencia, posiblemente no calculada en su intencional alcance publicitario, como reflejó el “se nos ha ido de las manos” que dijeron algunos, que objetivamente posibilita el desarrollo de actitudes machistas y misóginas y que dañan a la dignidad de todas las mujeres. Una autoría que puede ser observada, identificable y deducida dado su nivel de manifestación colectiva y de organización que necesariamente debe tenerse en consideración al valorar los hechos.
En consecuencia, Movimiento contra la Intolerancia interpreta que la Fiscalía de delitos de odio debe de intervenir dado que el Código Penal sanciona en su art. 510.2 a) Quienes lesionen la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito de alguno de los grupos a que se refiere el apartado anterior, o de una parte de los mismos, o de cualquier persona determinada por razón de su pertenencia a ellos por motivos racistas, antisemitas, antigitanos u otros referentes a la ideología, … su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, aporofobia, enfermedad o discapacidad,… por representar una grave humillación, menosprecio o descrédito…”.
El Código Penal prohíbe expresamente manifestaciones y cualquier proceso organizativo conducente a un posible ilícito que se celebre con el fin de cometer algún delito y sanciona a sus promotores. Por tanto parece adecuado que la Fiscalía inicie su investigación y clarifique el alcance de esta acción generada desde la matriz de una subcultura que cosifica a la mujer y que les retrata en sub-humanidad con el “putas conejas, salir de las madrigueras” que gritaron, jalearon y que nos debe de preocupar.
Frente a quienes dicen que no hay base jurídica y jurisprudencia, desde nuestra humildad de conocimiento, queremos recordar que en la STEDH Vejdeland y otros contra Suecia, de 9 de febrero de 2012, señala que “... El Tribunal estima que la incitación al odio no requiere necesariamente el llamamiento a tal o cual acto de violencia ni a otro acto delictivo Los ataques que se cometen contra las personas al injuriar, ridiculizar o difamar a ciertas partes de la población y sus grupos específicos o la incitación a la discriminación… son suficientes para que las autoridades privilegien la lucha contra el discurso racista frente a una libertad de expresión irresponsable y que atenta contra la dignidad, incluso la seguridad, de tales partes o grupos de la población”. Solo hay que sustituir racista por machista y es un importante argumento.
No bastan disculpas, hay que asumir responsabilidades a distintos niveles
La acción convertida en mensaje viral daña la dignidad no solo de sus amigas vecinas del Santa Mónica, aunque desde su alienación ética no lo reconozcan, también de las universitarias de ese centro de educación que no están por justificar esa conducta, a las familias de estas estudiantes, a los padres y madres que tenemos hijas y que desde la empatía no nos queremos ver en una situación semejante, además daña a todas las mujeres y en general de toda persona que haga suyo el precepto constitucional de igual dignidad y Derechos Humanos.
Y aquí es donde entra la intervención de la Fiscalía que ha ordenado a la policía iniciar su acción investigadora. En efecto, no es lo mismo la conducta seguidista de un estudiante arrastrado que no quiere quedar fuera del grupo que la de los promotores dela acción, pues de hecho ya hubo alguna expulsión. Esto se ha de investigar, dirimir las distintas responsabilidades por acción u omisión porque la impunidad es mala compañera de viaje, permite crecer la intolerancia y la discriminación.
En la confianza en nuestro sistema de justicia que garantiza los derechos fundamentales de todas las personas, de víctimas y victimarios, en el principio de objetividad y proporcionalidad que todo acto, presumiblemente ilegal merece, en el principio de intervención penal mínima pero también en la evaluación del daño causado al conjunto de mujeres, quedamos a la espera de respuesta y en paralelo animamos a educar en valores cívicos, no sexistas y de respeto a la dignidad humana frente a las actitudes y acciones de machismo y misoginia que cabalgan especialmente en las redes sociales.