Los derechos
humanos nos pertenecen por el simple hecho de ser personas. Esta es una de las
características más importantes de la noción de #derechos humanos. La DIGNIDAD
es inherente e intrínseca a la persona humana. Nacemos con ella, nadie nos la
otorga y por tanto, nadie nos los puede quitar http://www.un.org/es/documents/udhr/index_print.shtml.
“Todos los seres humanos nacen
libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948).
Sin embargo,
a diario vemos como muchas personas son víctimas de un discurso de odio que
denigra su dignidad privándoles de los derechos fundamentales. El discurso de
odio promueve
el racismo, la xenofobia, el antisemitismo o cualquier otra manifestación de
intolerancia. Precede siempre a la acción, que es el delito odio, ya que para
que exista éste, tiene que darse previamente un discurso que lo alimente y lo
haga posible. Dicho delito está motivado pues por intolerancia, es decir, por prejuicios o animadversión que niegan
dignidad y derechos a personas y colectivos que estiman diferentes.
Cada año, más de 7.500 personas de todo
el mundo presentan denuncias en materia de derechos humanos. 180 países del
mundo los violan de alguna manera.
La Europa tolerante se ha puesto en guardia ante el
ascenso de los partidos de extrema derecha, cuyos programas electorales tienen
como base el discurso de intolerancia y odio. En
todo el mundo, se producen discriminaciones y delitos de odio de forma reiterada.
En nuestro país al año se superan las 4.000 agresiones a personas o colectivos
estigmatizados: inmigrantes, gitanos, gentes sin hogar, homosexuales y otros
ciudadanos por motivos de diversidad religiosa y social.
Como vemos, el espectro de los delitos de odio es amplio. En España durante
el 2013 se denunciaron 1. 172 delitos de odio,
452 por orientación o identidad sexual (la LGTBIfobia es el delito de
odio más extendido en nuestra sociedad), otros 380 por racismo o xenofobia, 42
casos de odio vinculados a prácticas religiosas (islamofobia y antisemitismo).
Así como 290 denuncias por agresiones contra personas discapacitas. Uno de los
colectivos más vulnerables son las personas sin hogar, estas están más
expuestas y sufren una criminalización por gran parte de la sociedad que en
ocasiones les considera culpable de la situación en la que se encuentran. Internet es el canal
perfecto para crear y compartir dicho discurso de odio, señalando y amenazando
desde el anonimato. En España hay más de 1.500 web, sites, y demás espacios en
redes sociales, que fomentan el odio, la discriminación y la violencia contra
el diferente. Mientras que en toda Europa se llega a más de
10.000.
Los objetivos de estos ataques, de los que no se
conocen las cifras exactas dado que sólo se denuncia aproximadamente el 4 %,
son además de las personas, las mezquitas, las viviendas gitanas, los comercios
magrebíes, las sinagogas, la sedes de organizaciones de izquierda e incluso
aficionados de fútbol, ONGs antirracistas y periodistas. Muchas víctimas no denuncian por miedo, miedo a ser identificad@s como
miembros del colectivo en cuestión, o por descreimiento sobre la utilidad de la misma.
En muchos casos las denuncias no llegan por la normalización que la sociedad ha
generado ante este tipo de discurso de odio y violencia. Debemos actuar frente
a estos delitos, prevenirlos, sensibilizar y educar en tolerancia, identificarlos,
neutralizarlos, DENUNCIARLOS. Tanto la Unión Europea como el Consejo de Europa
juegan un papel fundamental despertando conciencia sobre esta realidad que
atenta contra los derechos humanos y la convivencia intercultural. Campañas
como la del #NoHateSpain son ejemplo de la promoción de la participación social
en las defensa de los derechos.
Las medidas institucionales
tomadas son insuficientes. No obstante, se han designado Fiscales Especiales para
Delitos de Odio y Discriminación. También hay pocas
sentencias que recogen la aplicación del Código Penal en cuanto a tipos y
agravantes que hacen referencia a crímenes o delitos de odio, es decir, por las
diversas manifestaciones de intolerancia relacionadas con el problema. Aunque hay
avances en la formación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tras
la aprobación del Manual de Apoyo para la
Formación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en la Identificación y Registro de
Incidentes Racistas o Xenófobos del
proyecto FIRIR impulsado por el OBERAXE (Observatorio Español del Racismo y la
Xenofobia), por la Secretaria General de Inmigración y Emigración y la
Secretaria de Estado de Seguridad. Hay que insistir en que se debe
ampliar a otras Formas de Intolerancia como
el Antisemitismo, la Islamofobia, el Antigitanismo, la Homofobia, la Misoginia,
la Aporofobia, origen territorial o aspecto y a toda manifestación de
negación o rechazo de la diversidad humana.
Pero existe una prioridad:
el reconocimiento
de la víctima del delito de odio y discriminación. Mirad hacia otro lado no
es una opción, sabemos cuál es el discurso del odio, quién lo construye, cómo
se transmite, a quién va dirigido, y conocemos sus dramáticas consecuencias, es
necesario pues que la “Ley de protección de las víctimas de delitos de odio”
sea una realidad. Dejando así de sufrir el olvido y la doble victimización que éste
provoca.
Falta pues lograr el reconocimiento de los derechos de la víctima de odio.
Falta lograr un consenso democrático profundo para erradicar el racismo y la
intolerancia, educando y defendiendo tod@s a una, los valores
democráticos, la dignidad de la persona y universalidad de los
derechos humanos, la igualdad, libertad y tolerancia, así como la
solidaridad con las víctimas.
#YoDefiendo los #Derechos Humanos.
¡Juntos contra la #Intolerancia!.