No hay excusas. ¿Quién invade a quién con consecuencias de muerte? ¿Quién lanza los misiles y envía los tanques, aviones y ejércitos? ¿Quién penetra en territorio ucraniano? ¿Quién bombardea edificios civiles? ¿Quién realiza un ataque militar minuciosamente preparado? ¿Quién disfraza sus preparativos como maniobras militares? ¿Quién está dispuesto a matar a quien se le resista? ¿Quién provoca cientos de miles de refugiados que según la ONU alcanzará millones de personas? ¿Quién tiene en vilo y asustado a los pueblos de la región? ¿Quién amenaza a Occidente convocando a la disuasión nuclear? ¿Quién encarcela a miles de opositores rusos a la guerra? ¿Quién practica el matonismo en sus mensajes?…….
Más allá de la desinformación y la propaganda están los hechos y sus consecuencias, las tragedias humanas y la destrucción de un país. Que la objetividad y el pensamiento no se nuble. Nada lo justifica, ni la “geopolítica”, ni los discursos ideológicos, ni la acción “preventiva de posible amenaza”, ni la operación militar disuasoria, ni la respuesta a su “pérdida de seguridad”, ni la defensa de un “espacio vital”... nada de lo escuchado o dicho justifica o legitima el horror, la violencia y el terror alcanzados, con perspectiva de incrementarse.
Estamos ante una guerra preparada y planificada por el gobierno ruso, una invasión militar, un ataque que utiliza desproporcionados medios frente a los argumentos de quienes quieren justificar lo que es a todas luces injustificable. Estamos ante unos, más que posibles, delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra y delito de agresión contra la Paz que incluso puede alcanzar cotas nucleares.
Tenemos el deber de solidaridad con el pueblo de Ucrania, más allá de lo que le parezca a cada cual sus gobernantes, ese no es el tema, el tema es el derecho humano a la Paz, a resolver cualquier conflicto sin sufrir como consecuencia una agresión bélica.
Tenemos el deber de solidaridad con el pueblo de Ucrania movilizado en defensa de su derecho de libertad y no injerencia político-militar en su país.
Tenemos el deber de solidaridad con la ciudadanía rusa que se moviliza contra la guerra, a la que se oprime, detiene y encarcela por su oposición al belicismo.
Tenemos el deber de solidaridad con los refugiados y la angustia de todos los que sufren, dentro y fuera, la barbarie de esta sin razón que viola y quiebra sus vidas, asignándoles un horizonte de muerte a muchas de estas personas.
Estamos ante una guerra de agresión que no es un vídeo-juego, aunque algunos así reaccionen, es una autentica tragedia que amenaza con su expansión indefinida.
Estamos ante una prueba moral, de razón y de conciencia, que no puede obviarse en esta Europa desmemoriada que olvida sus precedentes bélicos ultranacionalistas e imperialistas, tragedias como el Holocauso Nazi y el Holodomor soviético en Ucrania.
Memoria, razón, conciencia y sentimiento están con el pueblo ucraniano, en el otro lado, están los hechos criminalmente tozudos, ante los que necesariamente el Tribunal Penal deberá intervenir.
Mientras tanto y tiempo al tiempo, siempre contra la guerra, debemos estar todos en defensa del pueblo ucraniano, los refugiados y los presos rusos que se oponen al belicismo.