Un guardia civil nazi la asesinó tras salir a la calle en cuadrilla para “dar un susto a los sudacas”
Se llamaba Lucrecia Pérez Matos, una mujer dominicana que había venido a España para que su hija pudiera estudiar y buscar una vida más digna que la que dejaba atrás en su tierra. Quería salir de la miseria de su país y decidió venir a España para lograr esa mejor vida y enviar dinero a su marido y a su hija y posibilitar que Kenia, nombre de su niña, pudiera estudiar. Y en esa búsqueda no encontró la felicidad anhelada sino que se topó bruscamente con la muerte anticipada a manos de unos fanáticos racistas. La muerte de Lucrecia fue el primer asesinato en España reconocido como racista. Sucedió mientras cenaba cuando cuatro encapuchados en Aravaca y la emprendieron a tiros. Lucrecia recibió dos disparos, uno de ellos, mortal, le llegó hasta el corazón. Con 32 años y tan solo un mes y medio en España, unos fanáticos asesinos le truncaron sus sueños, destruyeron una familia y le arrebataron la vida.
"Dar una lección a los negros"
Un viaje costoso y larguísimo para llegar hasta Madrid
Su llegada a España fue difícil y costosa. Gastó todos sus ahorros y los de su familia en un viaje desde Santo Domingo a Nueva York pasando por París y terminando en Bilbao hasta poner rumbo a Madrid. Era la única forma “legal” de llegar a esa especie de Tierra Prometida evitando la deportación.
Nada más llegar a Madrid empezó a trabajar como empleada doméstica pero al poco se quedó sin ese empleo. Ello la obligó a vivir en la calle. En co mpañía de otras jóvenes dominicanas se hacinaron en los restos de una antigua discoteca en desuso, la FourRoses. Ya por entonces comenzaba en España los primeros signos de racismo.
Un 13 de noviembre de 1992 un Guardia Civil de ideología neonazi y de 25 años salió en pandilla de “cacería” y en la de Plaza de los Cubos, junto a las ruinas de la discoteca mencionada, quisieron “dar una lección a los negros". Una vez “avistadas la piezas”, el guardia civil y los tres acompañantes dispararon de manera indiscriminada contra el grupo dominicanos que cenaban una sopa con solo la luz de una vela. Tras la fechoría se dieron a la fuga en un turismo que les esperaba, Lucrecia agonizaba y al poco falleció. En su “batida”, los cazadores de negros también hirieron de gravedad a Porfirio Elías, otro dominicano.
Vientos de racismo que soplan fuertemente
Su hija, Kenia, con el tiempo se hizo mayor y milita en el Movimiento contra la Intolerancia. “No todos mataron a mi madre; fueron cuatro”, ha dicho en distintas ocasiones. Hoy se realizarán distintos actos en su recuerdo, Especialmente en Aravaca, donde cada año se realizan homenajes. Veintinueve años después del crimen, Lucrecia continua viva para todos los que defienden una sociedad libre y sin racismo. Pero los vientos de odio y xenofobia, triste y de manera preocupante no solo han vuelto sino que soplan con más fuerza y están más activos.