entremaresyvendavales.- Estoy
convencido de que las mejores y más intensas experiencias de la vida nos llegan
cuando menos las esperamos. Por eso, desde el primer momento en el que recibí
la sorpresiva llamada en la que me comunicaban mi incorporación al Movimiento
contra la Intolerancia en Sevilla, supe que estaba adentrándome en una nueva
experiencia que sin duda iba a enriquecerme tanto como profesional,como
persona.
Más
allá de trabajar con amigas, verdaderas amigas, más bien "hermanas de
alma" (tomando prestada una bella expresión porteña) tuve claro desde el
principio que trabajar del lado, después de mucho tiempo, del tejido asociativo
y no desde la bancada institucional iba a resultar tan apasionante como
revelador de ciertas cosas.
Aunque
sea caer en lugares comunes, no puedo más que reconocer que mis expectativas
(de todo tipo) quedaron absolutamente cubiertas. Quizás me quedo corto, pero es
complicado expresar con palabras, y menos aún escribirlas, lo que ha
representado esta corta vivencia para mi vida en muchas de sus facetas.
Usar
términos que creía dominar con suma facilidad desde otra perspectiva
lingüística, asumir nuevos conceptos desde una visión solidaria y abierta,
intentar comunicar con jóvenes adolescentes abrumados por la crisis económica y
política que tenemos encima sin que se sientan invadidos, afanarte en
mostrarles que el camino de la convivencia pacífica es el más largo y difícil,
pero el más justo y humano.... Todo eso y más he aprendido, pero no solo desde
un punto de vista meramente "técnico" o laboral, sino desde un punto
de vista personal e íntimo.
Gracias
a estos 75 días no solo he regresado temporalmente a mis lugares de infancia, pubertad
y primera juventud, no solo he recuperado paseos, sonidos y aromas que habían
desaparecido de mi memoria; sino que también he recuperado fuerzas y
autoestima, he conocido nuevas maneras de trabajar en equipo, he desenterrado
una vocación que tenía aparcada por culpa de las endiabladas rutinas diarias y
sus objetivos a corto plazo.... He alzado la cabeza, mirado a mi alrededor, y
comprendido que queda mucho por hacer.
A
Cristina, Fani y Marga.