Se veía venir el tsunami xenófobo y
eso que aún no ha llegado lo peor. Preocupante, inquietante, alarmante… y todos
los calificativos al uso se han dado como titulares en la práctica totalidad de
los medios de comunicación europeos. ¿Acaso les ha sorprendido? ¿Dónde están los analistas y la prospectiva?
¿Creen que su crisis y el austericidio no iban a alimentar el monstruo de las
mil cabezas que supone la intolerancia con la xenofobia por bandera? Se podrían
realizar mil preguntas pero debemos de ir a los hechos y estos son tozudos como
la realidad misma. La xenofobia política ha triunfado en Francia, Gran Bretaña
y Dinamarca; ha obtenido buenos resultados en Grecia, Hungría, Holanda, Bélgica
y Austria. También Alemania tiene su doble lectura pero lo llamativo es que el
partido heredero de Hitler obtiene su primer eurodiputado, configurando el NPD,
Amanecer Dorado en Grecia, Attaka en Bulgaria y el Jobbik de Hungría, la punta
de acero neonazi de una cabeza de lanza muy ancha donde el Frente Nacional
francés arrasó en el país de las libertades. ¿Se necesitan más señales? Ah! Y
España tiene sus circunstancias y particularidades (a analizar en otro texto),
pero no vive de espaldas al tsunami xenófobo que no viaja solo, arrasa en
compañía de la homofobia, la intolerancia religiosa y otras manifestaciones de
rechazo, irrespeto y desprecio al “otro”, al diferente, a la diversidad humana
y el cuestionamiento de los derechos humanos.