Hoy más que nunca es necesaria la conmemoración del Día Escolar de la Paz y la no Violencia, frente a las múltiples manifestaciones de Intolerancia, Odio y Violencia de las que somos testigos. Por ello, hoy no tenemos motivos para la celebración, pero si muchos para la reflexión y la denuncia de la ausencia evidente de la Paz.
Frente a quienes practican el Odio y las
guerras, hoy resistimos apostando por la Tolerancia y los Derechos Humanos. Frente
a la indiferencia y la falta de compromiso, hoy nos posicionamos como
defensores de la Paz y la Concordia.
Cada día vemos en los medios de comunicación imágenes sobre múltiples
guerras, actos de terrorismo y continuas violaciones de derechos humanos. Realidades que no siempre
se producen en nuestro entorno más cercano, pero que deben despertar en
nosotros y nosotras toda nuestra solidaridad
Mientras haya desigualdad, pobreza, racismo, intolerancia,
odio, violencia…. no podremos hablar de paz. Y es que la paz no es sólo la
ausencia de guerras... A diario presenciamos esas “guerras” en nuestras ciudades,
barrios y colegios, en definitiva, en nuestra realidad más próxima.
La intolerancia y la violencia forman
parte de nuestro día a día. Tanto es así
que la mitad de la juventud justifica la violencia en algunos casos. Esta
normalización tiene consecuencias como: el
acoso escolar, el ciberacoso, la violencia machista, la violencia en el
deporte, entre otras.
En esas situaciones, hay personas que la ejercen, hay
personas que la sufren y meros espectadores y espectadoras que miran a otra
parte.
Mientras se practique la violencia,
no podremos
celebrar la Paz.
“La mitad
de la juventud justifica la violencia en algunos casos”
La lacra de la violencia de género, la violencia
machista o violencia contra la mujer, es desgraciadamente un ejemplo claro de la normalización de la
violencia. Es un problema de salud mundial, y la principal causa de muerte
entre mujeres de 15 y 44 años en todo el mundo, por delante de las muertes
provocadas por cáncer, los accidentes de tráfico o las guerras.
Otro dato demoledor
es que, 7 de cada 10 mujeres en el mundo sufrirá violencia física o sexual en
algún momento de su vida. También es violencia machista el acoso callejero, cuando
se ejerce control sobre la manera de vestir, las amistades, las redes sociales,
cuando justificamos los celos como muestra de amor…
Mientras
exista la violencia machista,
no
podremos celebrar la paz.
Más del 80% de los jóvenes conoce actos de violencia en
parejas de su edad.
Junto a la
violencia machista, otra lacra social es la del acoso escolar, este
es posiblemente el síntoma más visible
de una mala convivencia escolar. Muchos chicos y chicas son víctimas del
bullying: insultos,
desprecios, aislamiento, amenazas, agresiones… son el día a día de muchos
jóvenes.
Una
manifestación de intolerancia que en los últimos años ha crecido un 75%. Muchas
veces esta violencia en la escuela está reforzada por estereotipos ligados al
origen étnico, al género, la orientación sexual u otros factores, en ocasiones con desenlaces tan fatales como el
suicidio. En España, 7 de
cada 10 estudiantes, dicen sufrir acoso escolar a diario. Y en todo el mundo, 2
de cada 10, son víctimas del acoso escolar.
Mientras exista el bullying,
no podremos celebrar La Paz.
7 de cada 10 de nuestros alumnos
dicen sufrir acoso escolar a diario.
Ahora
más que nunca, este acoso sobrepasa los muros de la escuela y se convierte en
una situación continua a través del uso de las nuevas tecnologías. El
ciberbullying es otra manifestación de intolerancia, que condena a las víctimas
a un acoso continuo, amparado por la impunidad y el anonimato que ofrece
Internet.
La
libertad de expresión, no es libertad de agresión. Insultar, amenazar,
ridiculizar o despreciar a otra persona,
no es una broma.
no podremos
celebrar la Paz.
Más del 50% de l@s menores y un 37% de
l@s jóvenes ha sufrido algún tipo de ciberacoso
La paz se defiende, se construye, se
trabaja, se práctica. Para todos y todas, en todas las partes del mundo a
través de todos los medios. Por tanto, Internet
no debe ser un medio para incitar, propagar y fomentar el odio y la
intolerancia, especialmente en redes sociales como facebook, twitter, instagram
donde un 98% de jóvenes entre 15 y 20 años tienen un perfil.
Además, en España, existen 1.500 webs que
incitan al odio. Lo que es ilegal fuera de Internet, lo es
también en la Red. Para no correr el riesgo de normalizar la
intolerancia, debemos denunciar el ciberodio y defender los derechos humanos.
Mientra
exista el Discurso de Odio,
no podremos celebrar la Paz.
En
España, existen 1.500 webs que incitan al odio.
Cuando se normaliza la intolerancia
y el odio frente al que consideramos diferente, aumenta la violencia contra las
personas inmigrantes, homosexuales, personas de otras religiones, ideologías,
de otras etnias, personas sin hogar, o de cualquier otra condición, menospreciando
la riqueza de la diversidad humana, negando la dignidad de estas personas.
El año pasado, 1.328 personas fueron víctimas
de los Delitos de Odio.
Mientras existan Delitos de Odio,
no podremos celebrar la Paz.
1.328 víctimas de Delitos de Odio en España en
2015.
El mundo esta siendo testigo de
aproximadamente 80 guerras donde la
violencia, el odio y la intolerancia se muestran en su máxima expresión,
obligando a mas de 60 millones de personas a huir en busca de un
espacio de protección, seguridad, libertad y respeto a los Derechos Humanos.
Asistimos, por
tanto, a la mayor crisis humanitaria
desde la II Guerra Mundial. Lo que esta en alza no es la Paz, sino la Guerra.
Mientras haya guerras,
no podremos celebrar la Paz
“Vivimos
la mayor crisis humanitaria desde la segunda Guerra Mundial”.
Además, la crisis económica, la
violación de derechos humanos, la pobreza, las catástrofes naturales, entre
otros, obliga a millones de personas a huir de sus hogares, en la búsqueda no
solo de una vida mejor, sino a veces también, por pura supervivencia. Como
consecuencia, 232 millones de personas han tenido que emigrar.
El Mediterráneo se ha convertido en
la mayor fosa común donde solo el pasado año perdieron la vida más de 5.000
personas tratando de atravesarlo. Cuando las políticas no responden dignamente
a esta crisis humanitaria, las personas se ven obligadas en ocasiones a buscar
otras vías más peligrosas, poniendo en riesgo su vida, convirtiendo en tragedia
el fenómeno natural de las migraciones, reconocido como derecho humano.
Mientras
se violen los derechos humanos,
no
podremos celebrar la Paz.
Más
de 5.000 personas han perdido la vida en el año 2016 tratando de atravesar el
Mediterráneo.
A pesar de la distancia, tenemos la
responsabilidad de ser solidarios y solidarias porque cuando se ataca a la
dignidad de una persona, se atenta contra toda la humanidad. Miles de personas
que han huido de este horror, siguen sufriendo el odio en los países de acogida,
siendo victimas de la xenofobia, el racismo, la islamofobia, y otras formas de intolerancia.
No hay nada más peligroso para una sociedad
democrática que esas ideas y actitudes que deshumanizan a las personas, tópicos
y prejuicios que alimentan la
intolerancia, y que a veces asumimos como ideas propias.
Mientras
haya intolerancia, no podremos celebrar la paz.
Cuando
se ataca a la dignidad de una persona, se atenta contra toda la humanidad.
La Paz es hija de la convivencia, de la
educación, del dialogo. Construir la paz significa empatizar con los más vulnerables. La paz
nace en el corazón de las personas, desde la Concordia, se construye en la
práctica de la Tolerancia y el respeto por la dignidad de la persona humana.
A pesar de que corren tiempos difíciles,
entre todos y todas haremos posible que
la Paz se celebre, ya que somos muchas
las personas que nos sentimos defensores de la paz, construyéndola en nuestro
día a día en nuestros colegios, en nuestros hogares, en nuestro deporte, en nuestras
relaciones.
La
paz es el ejercicio de la Tolerancia: aprecio, aceptación y respeto por la
diversidad humana.
Esta es nuestra apuesta por el “Día de la
Paz y la No Violencia Escolar”. Hoy todos y todas dejamos testimonio de nuestro
compromiso “rumbo a la Paz” a través de los mensajes de nuestros compañeras y
compañeras, en ese océano que representa nuestra esperanza para que La Paz
llegue a todos y a todas allí donde estén, uniéndose a nuestro compromiso por
construirla desde nuestra propia persona en nuestro día a día.