jueves, 25 de junio de 2020

CONTRA EL RACISMO, LA VIOLENCIA Y EL VANDALISMO, CONTRA LA HISPANOFOBIA


A raíz del crimen que acabó con la vida del ciudadano negro George Floyd se ha producido la mayor movilización social de condena contra el racismo a nivel mundial en las últimas décadas. Acompañada de una respuesta mediática sin precedentes, toda la gente de bien, y lo celebramos, ha condenado este crimen así como todas las acciones que tienen su matriz en esta ideología maligna que es el Racismo.

Sin embargo, el rechazo a este crimen y al racismo, que sin ninguna duda a ello nos sumamos, fue acompañado de acciones violentas contras las personas, locales y bienes, causando muertos, destrozos, humillaciones y miedo  a gran parte de la  población. Y a esto no nos sumamos, por el contrario, ni lo justificamos, pero sí lo condenamos,  como en su tiempo hizo Martin Luther King cuando movilizó a la sociedad, SIN VIOLENCIA, contra el racismo, mientras defendía los valores de  libertad, igualdad y solidaridad para todos, junto a la universalidad de los Derechos Humanos.

Los últimos episodios protagonizados  por estas conductas violentas del fanatismo  han ido dirigidas  a derribar, vandalizar, pinturrajear las estatuas que hacen referencia a personajes de antaño que, con sus claros y oscuros, referencian una realidad histórica que no se puede abordar desde un presentismo cronocentrista, a veces muy cargado de ignorancia, que  da la impresión que tiene más interés en alentar la Hispanofobia y su Leyenda Negra, así como el rechazo a todo proceso histórico originado en Europa.

Ni Cervantes, ni Junípero, ni Colón, ni otros personajes de la historia, pueden ser los objetivos de la lucha contra el racismo y el esclavismo.  Por el contrario, ni es justo, ni se ajusta a la verdad. Es anacrónico y deplorable. En un presente donde hay crímenes racistas, hay  mercados de esclavos como en el sur del Mediterráneo, donde se asesina y viola a mujeres por su color de piel en muchas regiones del mundo, o donde se producen matanzas de indígenas que luchan por su derechos, no reaccionar ante  hechos actuales tan graves, es perder la perspectiva del compromiso humano antirracista.

El movimiento contra el racismo y la intolerancia, como ya planteó el Consejo de Europa en numerosas resoluciones, debe de tener agenda propia y avanzar como estamos haciendo en España, con resultados evidentes, a conseguir legislaciones, políticas y medidas que prevengan y erradiquen estas conductas, protejan a las víctimas y refuercen la cohesión de la sociedad en los valores democráticos y universales humanistas. Nos espera conseguir la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, la Ley Integral contra los Delitos de Odio, los planes, la decidida acción y el compromiso social frente a estas lacras.

Ni  la violencia, ni el vandalismo, ni la ignorancia representan a la acción social e institucional que ha progresado en Europa frente a la barbarie racista, una criminalidad genocida que también asoló a nuestro continente en un pasado reciente como muestra el símbolo de Auschwitz.  La Europa que lucha contra el racismo lo hace desde el respeto al principio de legalidad democrática y a los derechos humanos, conquistando, sin pausa,  paso a paso, condiciones de  igualdad, libertad, justicia social, tolerancia y solidaridad para todas las personas.

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