lunes, 12 de abril de 2021

A los 50 años del I Congreso Internacional del Pueblo Gitano, 600 años de desafío


FUENTE: Huffingtonpost.es/

El pueblo gitano alzó la voz al unísono por primera vez en la historia en defensa de su cultura, su lengua y su propia dignidad.

Este 8 de abril, Día Internacional del Pueblo Gitano, recordaremos el 50 aniversario de la celebración, en Londres, del primer Congreso Internacional del Pueblo Gitano. Un encuentro que sin lugar a dudas significó un antes y un después para los y las romaníes de todo el mundo. No solo porque en él se establecieron el himno y la bandera oficiales que representan a todos los gitanos y gitanas, sino porque en el seno de esa reunión, el pueblo gitano alzó la voz al unísono por primera vez en la historia en defensa de su cultura, su lengua y su propia dignidad.

Medio siglo ha pasado desde aquella histórica jornada, y muchas cosas han cambiado. Nuestro país, en aquellas fechas, todavía se encontraba bajo el yugo del Franquismo, un régimen autoritario que se caracterizó por ser especialmente antigitano. No solo por la opresión, represión y persecución ejercida contra nuestro pueblo, sino también por el torticero uso de su cultura y de sus señas de identidad.

Una vez que España ha logrado asentarse como un Estado social y de derecho tras muchos años de arduo trabajo y esfuerzo colectivo, es evidente que la evolución de nuestro país ha sido muy positiva en muchos ámbitos. Sin embargo, no podemos obviar que el pueblo gitano sigue estando en el vagón de cola de los principales índices de desarrollo humano de nuestra sociedad. La democracia, como sistema de gobierno que persigue la justicia social y la igualdad de la ciudadanía, ha llegado tarde para el Pueblo Gitano.

A lo largo de estos últimos 50 años hemos defendido que la lucha contra la discriminación y por la igualdad de nuestro pueblo no puede emprenderse, y por tanto llegar a buen fin, si no existe un consenso generalizado y unidad de acción entre las diferentes administraciones públicas y toda la sociedad civil, incluyendo por supuesto a los gitanos y a las gitanas.

Del mismo modo que no es posible avanzar en este ámbito sin el concurso activo de la sociedad mayoritaria, no podemos pretender que la solución a los problemas que los y las romaníes padecen llegue practicando políticas sin contar con su participación. No se trata de hacer “políticas para los gitanos y las gitanas”, sino “políticas con los gitanos y las gitanas”.

Abrimos recientemente un nuevo tiempo de esperanza con la ampliación de la presencia de personas pertenecientes al pueblo gitano en el Congreso y el Senado, cámaras representativas fruto de la soberanía popular y pilares básicos del Poder Legislativo.

Hasta hace poco, los gitanos y las gitanas veíamos como un sueño poder acceder a los centros de poder, donde se toman las decisiones. Ahora, los y las que tenemos el honor de formar parte de los máximos órganos representativos de nuestra democracia, podemos situar al pueblo gitano en el debate político con mayor intensidad, otorgar mayor visibilidad a nuestras reivindicaciones, y sobre todo que, a la hora de legislar, se tengan en cuenta nuestras propias circunstancias y necesidades.

De hecho, tenemos un ejemplo —y una oportunidad— con la futura aprobación de la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación. Un texto legal que pretende luchar de manera activa contra todo tipo de discriminación que sufra cualquier persona por su condición afectivo sexual, étnica, nacional, o socioeconómica.

Esta ley también protegerá al pueblo gitano del antigitanismo y contribuirá, con la ayuda y el compromiso de todos y todas, a mejorar nuestra sociedad para hacerla más abierta, justa y tolerante.

Hace 50 años creamos las bases del activismo que ha marcado el nuevo rumbo en la reafirmación de nuestra identidad, lengua e historia. El Congreso de Londres de 1971 fue el impulsor de una lucha social y política que tiene como principal propósito que el pueblo gitano, allá donde se encontrare, pueda ejercer sus plenos derechos de ciudadanía en las sociedades democráticas, en pie de igualdad con el resto de la sociedad mayoritaria.

Hoy tenemos gitanos y gitanas en todos los estratos sociales, a pesar de los índices de desigualdad tan brutales que padecemos. Y ello es fruto del doble esfuerzo que el pueblo gitano ha tenido que hacer para avanzar en las mismas condiciones que la sociedad en general.

También las mujeres gitanas seguimos dando muestras de ser el gran motor transformador de nuestra realidad. Nuestros inicios en el feminismo romaní se han sustentado a partir de una revolución silenciosa en la lucha contra el machismo y el racismo, revindicando que nuestras voces sean cada día más fuertes y visibles, reflejándose en una lucha que hoy es imparable.

No quiero olvidar, llegados a este punto, a una persona que ha sido y es referente para todos nosotros y nosotras. Único representante español en ese encuentro londinense, y posteriormente diputado en Cortes: nuestro tío Juan de Dios Ramírez Heredia, un hombre que supo abrir camino y sirve de ejemplo para que las generaciones gitanas del presente y del futuro no se resignen, y sigan avanzado en la búsqueda de la igualdad.

Por eso cada 8 de abril celebramos nuestra identidad, lo que somos y lo que aspiramos a ser en el futuro. Así lo seguiremos reivindicando.

Salud y Libertad. Sastipen thaj Mestipen.

Rapados por "invertidos y rojos" tras la victoria golpista en la guerra civil

Fuente: María Serrado / Público

En la España en guerra del verano del 36 no resultó fácil documentar la represión invisible de palizas, rapado y la purga de aceite de ricino. Estos hechos, simplemente se anularon, se borraron del mapa. Sin embargo, han podido llegar hasta nuestros días legajos, testimonios que evidencian aquellas formas de castigo que se usaron específicamente contra mujeres. Y que los archivos han revelado que también se materializaba, en algunas ocasiones, en hombres. Existen escasas fotografías que reflejen esta humillación en "aquellas rapadas" y en casi ningún caso se muestra en el ámbito masculino cuando el fascismo intentaba cuestionar la dignidad de las víctimas, deshumanizarlas, dejarlas sin identidad. Unas veces por "rojos", otras por "invertidos" o simplemente por no apoyar al nuevo régimen militar que se empezó a gestar aquellos días.

Pura Sánchez, historiadora y autora del libro Individuas de dudosa moral que sufrieron aquella represión de género, señala a Público que existía "la necesidad de dar castigo ejemplar eliminando un rasgo esencial de identidad como era el cabello para las mujeres". Un componente deshumanizador que también afectaría a los hombres. "Se trata de un elemento identitario para desvirtuarlos como personas sin llegar a reconocerse ellos mismos".

En los archivos militares hay casos de rapados. Muy escasos en comparación con los de mujeres, pero existen. "El régimen buscaba el sometimiento, la vergüenza pública con el ricino en aquellos paseos infames". Esta herramienta podía llegar a usarse con homosexuales, tal y como destaca Pura, "para una humillación por su condición sexual y para cuestionar su virilidad por el hecho de darles el mismo castigo que a aquella feminidad que consideraban tóxica".

Montilla, 1936: el director de orquesta que vio, rapado, cómo pelaban y humillaban a todas sus alumnas

La famosa foto de las mujeres rapadas en Montilla es un retrato esclarecedor de aquella violencia denigrante. "Un único hombre y veinte mujeres, la mayoría jóvenes de poco más de 13 años de edad, que pertenecían al grupo de canto que ensayaba en la Casa del Pueblo", relata Arcángel Bedmar, historiador especialista de la represión en la zona. El director de orquestas, Joaquín Gutiérrez Luque, conocido con el apodo de 'El Bartolo' aparece tímidamente en la foto. Enseñó durante la República canto a estas jóvenes y fue sometido a un castigo ejemplar. El régimen quería señalarlo por lo que para ellos era "un músico que había dado alas a aquellas mujeres libres".

Joaquín tuvo que presenciar cómo las paseaban purgadas por la calle ante el espanto y la risa de sus verdugos. No se conoce si él las tuvo que acompañar en aquel paseo. La foto muestra la risa y el espanto de las alumnas y su maestro mientras levantaban el brazo. Gutiérrez Luque tiene pelada la mitad de la cabeza. Suficiente para quedar relegado en la nueva sociedad, aunque hoy el pueblo le ha rendido homenaje con una calle en el municipio.

Bedmar documenta más casos de humillación en la aldea de las Navas del Selpillar por falangistas en Lucena (Córdoba). Arcángel recuerda a Público cómo, al mando del teniente Luis Castro Samaniego y de varios terratenientes, se amedrentó a la población con todas las herramientas posibles. Al Secretario del centro obrero, Adolfo López de los Ríos, "le obligaron a pelar a siete mujeres y después lo raparon a él y le afeitaron las cejas, pero consiguió sobrevivir". Otros, afirma el investigador, como es el caso del primer alcalde republicano de la aldea, Antonio Cortés, tuvo que huir antes de que la única represalia no fuera la humillación ni el ricino.

Las rencillas nunca dejaron vivir en paz a Antonio (nombre ficticio) en Posadas

"En Posadas, otro pueblo de Córdoba, hubo hechos muy violentos tras el golpe de Estado, y como represalia los franquistas fusilan allí a varias personas, incluso vecinos de otros pueblos", apunta Julio Guijarro, historiador, que ha documentado el informe del caso de Antonio, que también sufrió la vergüenza de ser rapado y obligado a tomar aceite de ricino en medio del "resentimiento acumulado" al finalizar la guerra en su pueblo.

"Se trataría de una manera de ajustar cuentas, de poner en práctica una justicia paralela a la militar, la única permitida por el régimen", destaca Guijarro. Y "mucho más difícil de evidenciar en el caso de los hombres, que también pasaron por estas vejaciones y que apenas se conocían".

El caso se encuentra en los archivos por la denuncia de un Guardia Civil franquista al final de la guerra en la primavera de 1939. "Se demuestra que un grupo de falangistas maltrató, rapó y dio ricino a varios hombres que vuelven a casa al terminar la guerra", entre ellos Antonio que no fue la única humillación a la que fue sometido. "El ricino no les bastó. Le obligaban a rezar de rodillas, de día y a la vista de todos, ante la Cruz de sus Caídos que estaban construyendo". Además, tuvo que soportar "cada noche intentos de pegarle y matarle en el calabozo".

Guijarro apunta que dejaban mechones y daban ingesta de purgante a varios, no solo a Antonio. "Aunque el procedimiento es contra una persona la denuncia es de varios" que busca poner de costumbre el pelado, ricino, y rezar sobre la Cruz de los Caídos. Guijarro concluye que a pesar de que se abren "diligencias previas para investigar los casos, serán sobreseídas por el auditor sin responsabilidad para los autores, tras demostrarse los hechos ante juez militar".

Cuando el rapado y ricino se acercaba algún derechista como "escarmiento"

El historiador Francisco Espinosa revela a Público que "existen varios casos de derechistas a los que le dieron ricino", como fue el caso en Mérida de J.B.S por su escaqueo a la hora de dar dinero a la causa del régimen. "A un hombre de derechas no le pueden hacer nada grave porque no lo podían permitir, le daban un vaso de ricino como una represalia más suave".

El caso del sastre Antonio Luque Martínez, tal y como evidencia Espinosa, señala las formas de actuación de Falange en el verano del 36 en sus oficinas de la época, hoy Pabellón de Brasil en Sevilla. "Luque fue otro caso de rapado de cabeza y cejas y purgado con ricino", otra ocasión que pone en escena "cómo afectaron a alguien cercano a la sublevación".

El rapado y ricino no se escapaba de la represión a homosexuales

José María García Márquez rescataba del archivo un legajo de los "paseos" que se daban en Almonte. "Las mujeres peladas eran rojas y los hombres invertidos y rojos. No se les fusiló a ninguno de estos y solo se les hacía a ellos y a ellas comparecer cada día en el cuartel de Falange".

Este instrumento de represión femenina era usado para reconocer la condición homosexual de los hombres. No se pueden contabilizar pero los testimonios orales revelan que en otros pueblos como Ayamonte (Huelva) se encontraron a más de una mujer que eliminar, también raparon y humillaron con ricino a algunos hombres por su condición sexual, además de ser acusados de pertenecer a la logia masónica.

El caso de Isidro Fernández, Secretario General de Izquierda en el El Rocío, sufrió todas las vejaciones posibles para escarnio público. Los testimonios orales cuentan cómo a Isidro lo maltrataron, lo vejaron junto a otros vecinos. Pedían voluntarios para fusilarlos. Hasta ofrecían comida vino y comida por cometer la atrocidad. Antes de fusilarlo, Isidro fue rapado y purgado con ricino. Aunque en los papeles prometía que no se fusilaría a nadie, Isidro es asesinado en septiembre del 36 con 41 años de edad.