lunes, 21 de marzo de 2016

Día Mundial Contra el Racismo



Es Andalucía, región construida en diversidad y pluralidad, el lugar idóneo para hacer esta declaración de principios, hoy 21 de Marzo, Día Internacional contra el Racismo, declarado por la Asamblea General de Naciones Unidas,  y que nos invita al compromiso colectivo para la erradicación de esta lacra social.

Fue un 21 de marzo de 1960, cuando la policía racista de Sudáfrica abatía a tiros a centenares de activistas que reivindicaban el fin del Apartheid, su libertad, sus derechos humanos y libertades fundamentales. Nelson Mandela pasó 27 años en prisión en su lucha incansable para la dignidad del pueblo Surafricano y su presidencia puso en valor, que la memoria es compatible con la concordia, y que una democracia solo es posible si todas las personas que habitan su territorio, ven sus derechos y libertades fundamentales protegidos y garantizados.

Nuestra carta magna es la fuente de principios fundamentales que apuntalan los valores de nuestra democracia, cuyo epicentro es la protección de la dignidad de las personas, con independencia de su origen étnico, de su procedencia o  cualquier forma de expresión de la condición humana.

Pero Europa no está haciendo bien sus deberes derivados de los compromisos humanistas alcanzados en 1945, asiste, desmemoriada, a una crisis humanitaria que definirá lo que somos. Millones de refugiad@s necesitan asilo en nuestra tierra. De las decisiones adecuadas de las autoridades públicas dependen la vida y la muerte de centenares de miles de personas, hombres, mujeres, niños y niñas. Demasiadas personas han perecido en el Mediterráneo, en esa ruta hacia esta tierra prometida que presume en su carta de derechos fundamentales de garantizar su seguridad.

Desde Andalucía, exigimos que la política hacia los refugiados e inmigrantes, sea en primer lugar salvar vidas, estar a la altura de estas circunstancias históricas y asumir nuestra responsabilidad en su acogida, deslegitimar el discurso de odio y la narrativa que persigue criminalizar o sembrar miedos, sin fundamento, entre la población.

No hay nada más venenoso para la democracia que una idea que deshumanice a una persona. El racismo y la intolerancia persiguen quebrar el concepto mismo de humanidad. Ponen en marcha una narrativa que sistematiza la negación de la dignidad y derechos, la discriminación, la violencia, y el odio.

El racismo cuando fluye en las redes sociales, en los medios de comunicación, o en cualquier forma de expresión produce violencia. Una violencia contra colectivos vulnerables, en forma de delitos de odio que, en el último informe de la Secretaria de Estado de Seguridad, recoge una mayor incidencia en aquellos de motivación racista. Además,  la lucha contra la islamofobia y otras formas  y manifestaciones de intolerancia es una prioridad moral que además mejora la seguridad colectiva.

Apuntalar la convivencia y reforzar, mediante acciones concretas el valor de la Tolerancia, entendida como aceptación, aprecio y respeto a la diversidad, propiciará un mayor bienestar para tod@s, en el que será menos probable la radicalización que conduzca a la violencia.

Todo lo que se haga será poco para hacer prevalecer la Tolerancia sobre el racismo, pero al menos reafirmamos nuestro compromiso en la lucha sin cuartel contra toda forma de intolerancia y a favor de reforzar y hacer reales los derechos humanos y fundamentales de todas las personas que viven en esta tierra.

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martes, 8 de marzo de 2016

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

La mujer, una historia reivindicando sus derechos 

Hoy 8 de marzo conmemoramos el día Internacional de la Mujer, declarado por la ONU hace solo 41 años (1975). Fueron distintos sucesos a lo largo del último siglo los que han derivado en la conmemoración que conocemos hoy, siendo el más simbólico el que se produjo el 25 de Marzo de 1911, cuando  mas de un centenar de mujeres murieron en el incendio de una fábrica donde trabajaban en precarias condiciones.
La historia de la mujer no es otra que la de su propia lucha. Una historia ninguneada, invisibilizada, desprovista de cualquier reconocimiento, por todo ello,  hoy, y siempre, es un buen día para rescatar y visibilizar la historia de muchas de ellas que vivieron y murieron por conseguir derechos que ni siquiera llegaron a disfrutar.
Sin obviar los avances conseguidos en cuanto a derechos y políticas que pretenden la igualdad, seguimos siendo víctimas de un sistema patriarcal  basada en una cultura machista que produce una violencia estructural y que normaliza la desigualdad, la discriminación, la misoginia y en su versión criminal, la violencia machista y el feminicidio.
Las mujeres seguimos siendo víctimas de multitud de manifestaciones articuladas desde un pensamiento machista, cosificadas en los medios de comunicación y publicidad, deshumanizadas, tratadas como objetos sexuales, principales víctimas de la guerra y lo pobreza, condicionadas por los estereotipos de género, oprimidas por la  exigencia estética, esclavas del hogar, victimas del menosprecio de las aptitudes intelectuales y/o de la continua protección y control como personas débiles, y  un sinfín de cargas impuestas por una sociedad y cultura sexista que nos condiciona por nuestro sexo y nos constriñe a perpetuar una determinada identidad de género aún limitada a ese papel servil con respecto al hombre.
Y un día como hoy no nos podemos olvidar de la mujer en el ámbito laboral. Sin desviar nuestra atención hacia los orígenes en el calendario de esta conmemoración, sí que hay que señalar la trayectoria y los antecedentes de lucha obrera que ha abanderado la mujer. En este sentido sí que existe consenso para reconocer que hoy recordamos las conquistas de los derechos laborales que a lo largo de nuestra historia se ha ido ganando con el sudor de las trabajadoras.
Sin embargo, los informes realizados constatan que el salario medio anual de los hombres es seis mil euros mayor que de las mujeres, lo que supone un 24 % de diferencia. Y es que, mientras siga imperando en nuestra sociedad la supremacía patriarcal será difícil romper en el ámbito profesional con esta brecha salarial o con el techo de cristal que nos mantiene aún muy alejad@s de conseguir esa igualdad por la que lucharon tanto nuestras antepasadas.
Avanzar hacia la Igualdad supone una toma de consciencia y  responsabilidad de todos y todas, y un compromiso en todos los ámbitos de nuestra sociedad,   prioritariamente desde la educación como pilar sustancial que sostiene nuestro sistema de valores, donde es fundamental incorporar una perspectiva de género e incidir en este aspecto de forma transversal, no basta sólo con tratar el tema una vez al año de forma ocasional y aislada.
Como recuerda Miguel Lorente, “sólo seremos lo que está previsto que seamos, salvo que rompamos con los mecanismos que determinan ese resultado. Y no es fácil cuando todo el engranaje funciona en el mismo sentido…  la cultura no deja apenas resquicios por donde introducir otras referencias. Y si por casualidad llegan a entrar, apenas tendrán oportunidad de integrarse como parte del conocimiento, pues como si fueran guardianes del orden dado, los estereotipos invaden el aire desde los juegos, las series de televisión, la publicidad, el cine... se encargan de abortar cualquier intento de modificación… Bajo estas circunstancias, la única posibilidad de modificar el "mensaje" tradicional pasa por la crítica y el rechazo al contenido histórico, y por la incorporación de nuevas referencias tras un proceso de reflexión crítica. Y si se quiere conseguir que la reflexión crítica sea generalizada en la sociedad, la única posibilidad de lograrlo en un tiempo breve es a través de la transmisión directa de nuevos conocimientos por medio de la educación”.

Por todo ello, el 8 de marzo se ha convertido en un momento de confluencia para reivindicar la igualdad de derechos, recordando así que aun no se ha alcanzado en ningún país del mundo. Por eso hoy, y siempre, apostamos por el feminismo, tan criminalizado y desacreditado, como antídoto ante la desigualdad para una  sociedad que ha de entender que “sin las mujeres, los derechos no son humanos”.