viernes, 11 de junio de 2021

El trabajo infantil aumenta en el mundo por primera vez en dos décadas

Educatolerancia

Mañana, 12 de junio se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, y lejos de poder celebrar esta fecha por estar erradicado este problema, nos encontramos con la alarmante situación de la que alertan Unicef y la OIT, con el aumentos por primera vez en dos décadas del trabajo infantil en el mundo. 

Fuente: El Diario.es

Hoy hay más niños y niñas trabajando en el mundo que hace cuatro años. Uno de cada diez menores, en total 160 millones de niños y niñas a nivel mundial, según el primer estudio conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Unicef, con datos de 2020. Además, este último año de pandemia de coronavirus incluso agudizará el problema, alertan los organismos, vista la situación en muchos países. Las agencias de Naciones Unidas han dado todas las alarmas ante lo que supone el primer retroceso en la reducción del trabajo infantil en el mundo en las dos últimas décadas, momento en el que la OIT comenzó a medir periódicamente su incidencia.

El trabajo infantil no es una cuestión menor. Los niños afrontan riesgos físicos y mentales a corta edad, que condicionan su desarrollo. Está más extendido entre los niños que entre las niñas y tiene una mayor incidencia en las regiones rurales frente a las urbanas. "El trabajo infantil merma la educación de los niños, restringe sus derechos y limita sus oportunidades en el futuro, y da lugar a círculos viciosos intergeneracionales de pobreza y trabajo infantil", subraya el informe publicado este jueves, poco antes del Día Mundial contra el trabajo infantil, este 12 de junio.

“Las nuevas estimaciones constituyen una llamada de atención. No podemos quedarnos impasibles mientras se pone en riesgo una nueva generación de niños”, señala Guy Ryder, director general de la OIT. "Instamos a los gobiernos y a los bancos internacionales de desarrollo a que den prioridad a las inversiones en programas que permitan a los niños salir de la fuerza de trabajo y regresar a la escuela, así como en programas de protección social que faciliten esa labor a las familias", reclama Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef.

Los niños trabajan sobre todo en el ámbito familiar, ya sea en el campo o en pequeñas empresas familiares, una situación muy unida a la pobreza y a la falta de oportunidades educativas. No es una imagen que quede tan lejos en España. Las últimas generaciones de ancianos y ancianas, tan resentidas durante la pandemia, recuerdan a las siguientes, a muchos nietos y nietas, cómo era trabajar en el campo para llevar comida a la mesa. Cómo dejaron la escuela en muchos casos sin saber leer y escribir bien, como prueban sus firmas de caligrafía lenta y temblorosa.

Trabajo infantil que no es tan ajeno

La imagen global de aumento del trabajo infantil esconde diferencias territoriales. Los aumentos se concentran en África, que ha pasado de tener 72 millones de menores trabajando en 2016 a 92 millones, así como los Estados Árabes, que han duplicado su número (de 1,2 millones a 2,4 millones de menores), y por último la zona de Europa y Asia Central, que alcanzó los 8,3 millones el año pasado respecto a los 5,5 millones de niños y niñas afectados por el trabajo infantil en 2016.

Otras zonas en cambio han logrado disminuir esta lacra que condiciona las oportunidades de los menores presentes y futuras. Es el caso de Asia y el Pacífico, con 48,7 millones de niños y niñas trabajando respecto a los 62,1 millones de hace cuatro años y América Latina y el Caribe, que han restado algo más de dos millones de menores trabajando, hasta los 8,2 millones en 2020.

Como se desprende de las cifras, los niños de África son los más afectados. "En la actualidad, existen más niños en situación de trabajo infantil en África Subsahariana que en el resto del mundo", destaca el informe. Allí, casi uno de cada cuatro menores está afectado por esta situación. Un problema que puede parecer lejano, aquí en España, pero que no lo es tanto.

El estudio de la OIT y Unicef advierte de que "más del 70% de los niños en situación de trabajo infantil (112 millones) se dedican a la agricultura". En un mundo globalizado, donde por ejemplo el chocolate, el café y la fruta que consumimos muchas veces proceden de la otra punta del globo, el trabajo infantil de un menor en una plantación de cacao en Costa de Marfil puede no quedar tan lejos de nuestra cesta de la compra.

"Gran parte de los productos que consumimos habitualmente esconden explotación laboral infantil", recuerdan a elDiario.es desde la Coordinadora de Comercio Justo, que promociona en estos días productos libres de trabajo infantil, un compromiso de todas las organizaciones productoras de comercio justo. "Las organizaciones de Comercio Justo estamos trabajando en distintas iniciativas de incidencia política para conseguir leyes que obliguen a las empresas multinacionales a garantizar los derechos humanos, entre ellos la ausencia de explotación laboral infantil y la protección del medio ambiente a lo largo de toda la cadena de producción en cualquier parte del mundo", explican desde la coordinadora española.

79 millones de menores en trabajos peligrosos

El estudio de la OIT y Unicef subraya además que un total de 79 millones de niños, casi la mitad de todos los niños en situación de trabajo infantil, "realizaban trabajos peligrosos que ponían directamente en peligro su salud, seguridad y desarrollo moral". Las agencias de Naciones Unidas destacan que el trabajo infantil en las familias "es a menudo peligroso, a pesar de la percepción generalizada de que la familia ofrece un entorno de trabajo más seguro".

Esta es la imagen actual del trabajo infantil, pero no es una imagen inevitable, como se observa en los países que han avanzando y siguen haciéndolo. Hay recetas que funcionan, como la inversión en educación, en trabajo decente de los adultos y en una mayor seguridad de las cadenas de producción internacionales.

"La eliminación del trabajo infantil es una empresa demasiado grande para que la resuelva una parte por sí sola", advierte el informe de la OIT y Unicef, que piden que "los países deben aunar esfuerzos en el espíritu del artículo 8 del Convenio 182 de la OIT", sobre sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil, "ratificado universalmente". Los países, como España, se han comprometido además a ello en numerosos acuerdos internacionales, como la Agenda 2030, que pretende acabar con el trabajo infantil en 2025.

Así es la violencia vicaria: matar a los hijos para "enterrar" en vida a sus madres




Fuente: La Vanguardia

A última hora de esta tarde el buque Ángeles Alvariño, del Instituto Español de Oceonografía, localizaba en el mar el cuerpo sin vida de la hermana mayor y se confirmaba la peor de las hipótesis sobre el final de las pequeñas Anna y Olivia, de 1 y seis años, que desaparecieron el pasado 27 de abril en Tenerife cuando su padre Tomás Gimeno no las devolvió a su madre a la hora convenida. 

Te voy a dar donde más duele” “No vas a volver a ver a tus hijos” “Me voy a cargar lo que más amas” “Me la has jugado y te vas a acordar”... Son algunas de las frases pronunciadas -en estos casos todos eran hombres- por progenitores que asesinaron a sus propios hijos tras un proceso de separación o al romperse la relación de pareja. 

Crímenes cometidos con un único y cruel propósito: hacer el mayor daño posible con esas muertes a las madres de los menores. Arrebatarles en vida lo que más quieren en este mundo.

Sucesos que ahora vuelven a cobrar protagonismo tras la extraña desaparición de un hombre en Tenerife con sus dos hijas, de 1 y 6 años.

Ha trascendido que Tomás Gimeno habría escrito a su exesposa el día que tenía que devolverle a las niñas un inquietante mensaje: “No las vas a volver a ver”.

Las frases más escuchadas

"Te voy a dar donde más duele", "Me voy a cargar a los que más amas", "No volverás a verlos"...

Cuando estas amenazas se cumplen, los niños se convierten en indefensas víctimas de esta monstruosa cara de la la violencia machista, Una conducta que tiene nombre. Son filicidios por venganza o utilitaristas. Es la violencia vicaria.

Una expresión del maltrato de género extremadamente cruel y sádico en la que la muerte del menor es utilizada como un mero instrumento de tortura y venganza que nada tiene que ver con esas criaturas. La violencia se ejerce, en estos casos, en su grado extremo sobre los hijos para hacer daño a la madre.

Un ejemplo claro de violencia vicaria es el caso de José Bretón, condenado por asesinar y quemar a sus dos hijos (de 2 y 6 años) para infligir -así se demostró en juicio- el máximo dolor a la madre de esos menores. Ya no vivía con ella y la culpaba de todas sus desgracias.

Este macabro suceso ocurrido en Córdoba refleja como pocos la crueldad de esos progenitores que “al cometer el crimen –opina el psicólogo forense, Javier Urra– piensan más en el dolor que sufrirá la progenitora al perder a esas criaturas que en el trágico e injusto final planeado para sus propios hijos”.

José Bretón

Ha sido el caso más mediático; alargó el sufrimiento a su exmujer al no dar pistas sobre los crímenes

“Estos asesinos –decía Javier Urra al referirse al caso Bretón– no suelen interpretar que acaban con la vida de personas que llevan su sangre, su propia descendencia: lo que ellos hacen es matar a los hijos de su pareja”.

Cuando dan ese paso la gran mayoría han renegado de esos hijos; ya no son suyos, son de la otra parte. Así que el dolor que cabría pensar podrían sufrir cometido el crimen “nunca será comparable al que va a padecer la madre”, sostiene este psicólogo forense.

Cada caso es un mundo. La mayoría de esas personas que matan a sus hijos para causar daño a sus parejas se suicidan. Javier Urra interpreta esta salida “como un corte de mangas, tanto a la madre como a la justicia; ese asesino considera que ya ha provocado el dolor que buscaba en el otro progenitor y no piensa pagar el castigo penal y, mucho menos el moral en su entorno, por esos hechos”.

Se suicidó, por ejemplo, el hombre que mató a tiros a sus hijos de 5 y 13 años en Ciudad Real tras comunicarle la madre de esos menores que quería separarse. El parricida que apuñaló en 2018 en Castellón a sus dos hijas un mes antes de la vista del juicio de divorcio. El hombre que se tiró en 2017 con su hija de solo un año, en brazos, desde una ventana del Hospital de La Paz, en Madrid. Su mujer estaba en esa habitación. “Te voy a dar donde más duele”, grito el padre de la criatura antes de arrojarse al vacío. Ambos murieron.

La mayoría se quitan la vida

Ciudad Real, Castellón, Madrid... Maltratadores que se suicidaron tras asesinar a sus hijos

Los papeles, a veces, se intercambian. En Alicante se juzgó a una mujer que se arrojó al vacío desde una de las almenas del castillo de Dènia con su bebé en brazos. Antes de dejarse caer desde una altura de 70 metros se despidió de su pareja. Salvaron milagrosamente la vida al amortiguar la caída una valla metálica.

En este caso la Fiscalía es favorable a que en caso de condena (pide 20 años) esa mujer cumpla el castigo en un centro psiquiátrico. Estima que tenía sus facultades mentales perturbadas. La duda, en este caso, es si esa madre era consciente o no (cuando envió ese mensaje de despedida) del sufrimiento que esa muerte buscada iba a causar al padre del bebé.

José Bretón se salió, sin embargo de ese guión. Este hombre nunca confesó haber asesinado y quemado a sus hijos –las pesquisas para corroborarlo no fueron fáciles, al sostener siempre que habían sido secuestrados en un parque– lo que alargó el sufrimiento de la madre de los pequeños.

¿Alargar el dolor?

En el caso de Tenerife todo apunta, sin conocer el final, a que hay como mínimo un plan para aumentar el sufrimiento

Es una línea de trabajo que en ningún momento ha quedada descartada por los investigadores. De hecho se habría decretado ya una orden de búsqueda internacional de Tomás Gimeno y sus dos hijas al caber la posibilidad, entre todos los finales posibles de esta historia, de que el hombre hubiese abandonado la isla de Tenerife con las dos niñas. Para eso habría tenido que contar con ayuda de terceras personas.

Llegados a este punto, a nadie escapa, sin embargo, que este hombre podría haber buscado con el supuesto mensaje enviado a su exmujer y los erráticos movimientos antes de desaparecer, causar una gran angustia a la madre de las niñas. Las pistas dejadas sin dar ninguna señal de vida solo creaban incertidumbre y misterio. Si eso formaba parte de un plan, sería muy cruel.

Pero esta reflexión no pasa de ser en estos momentos una hipótesis que solo podrá ser confirmada o descartada cuando se aclare el asunto y se conozcan todos los detalles de la extraña historia.